As Ermidas, más que un milagro arquitectónico.
Ana Patiño Salgueiro. Fotografía: Pío GarcíaA menudo recorremos el mundo maravillándonos con los tesoros que esconde e ignorando que no tan lejos, dentro de los límites de nuestro territorio, nos aguardan construcciones arquitectónicas capaces de dejarnos boquiabiertos y de trasladarnos a la esencia de los mitos y las leyendas.Los fines de semana de otoño son ideales para organizar rutas por aquellos rincones desconocidos y que, en la mayoría de los casos, pueden depararnos sorpresas muy gratas. Eso es lo que me sucedió a mí no hace mucho cuando en una escapada por Galicia animé a mis compañeros de aventuras a coger el desvío OU-533, que anunciaba el Santuario de As Ermidas. Mientras hacíamos el recorrido en coche, yo como de costumbre, ya estaba buscando en mi teléfono móvil alguna información acerca de aquel recóndito lugar situado en O Bolo (Ourense) encajado en una garganta del río Bibei.
La disposición del pueblo, pequeño pero con mucho encanto natural fue lo primero que llamó nuestra atención. Aparcamos ansiosos por comenzar a sacar instantáneas de lo que teníamos ante nuestros ojos. Nos encontrábamos en un punto de la tierra cargado de buenas vibraciones, del que cuenta la leyenda unos pastores encontraron una imagen de la Virgen con el niño en brazos y para ella se construyó una pequeña ermita, para cobijarla. Más tarde, en 1624 el obispo de Astorga, Alonso Mejía de Tovar, enfermo, se encomendó a ella y se curó de su mal trascurridas unas horas, después de una visión en la que se le aparecía la Virgen. Dado lo que se consideró un milagro, decidió dar forma a este majestuoso santuario, considerado como uno de los monumentos clave del barroco gallego y enclave de peregrinación por su tradición milagreira. Para dar más fuerza a este famoso dicho, cuentan que a comienzos del siglo XX se vino abajo la ladera de la montaña y en la iglesia solo sufrió daños una capilla, mientras que el pueblo quedó casi destrozado. ¿Gracias a la Virgen? Eso es lo que las creencias populares apuntan.
Su atractivo turístico va más allá del afamado milagro. Destaca además por sus celebraciones de Semana Santa, especialmente el Via Crucis o la tradicional, pero ahora no practicada “estoupa do Xudas”. Era algo muy típico allí, según nos contó una señora vecina de la zona, pero desde hace algunos años se ha quedado para el recuerdo. También se celebra el Rosario. Sin embargo, su fiesta principal es el 8 de septiembre. Con tanta festividad es normal que el flujo de gente sea continúo, a pesar de encontrarse escondido en una ladera.Tras una etapa de semi abandono y ninguna mejora en las instalaciones, no fue hasta el siglo XXI se reactivó la “Fundación Nuestra Señora de la Ermitas” que se dedica a garantizar la estabilidad de este lugar único y es gracias a su buena conservación que hoy por hoy podemos disfrutar de el santuario y su entorno bañado por una playa fluvial. ¿Quién en su sano juicio no estaría deseando ya irse allí de excursión? Pues eso no es todo, tanto por fuera como por dentro este templo es una joya.
Los que somos de artes o quienes lo aprecian al entender la magnitud de lo que se alza ante ellos saben reconocer fácilmente una obra de culto. Como cabía esperar, siempre que se trata de contemplar maravillas arquitectónicas, me alejé de mi grupo para disfrutar de cada pequeño detalle, como el precioso crucero que encontramos en su atrio, la fachada del siglo XVIII edificada por Juan Martínez de Pita con una portada enmarcada por columnas salomónicas, decoradas con vides y otros motivos; ornamentada y compuesta de varias imágenes o el Via Crucis compuesto por 14 capillas. El interior es hipnótico, por la decoración con esculturas que representan la Pasión de Cristo en los retablos, de los cuales el que más destaca es el del Altar Mayor, debido a su riqueza.Las horas pasan volando en este rincón de Valdeorras, donde naturaleza y misticismo confluyen de manera armónica. Mis amigos y yo nos llevamos un gran recuerdo reflejado en preciosas imágenes, algunas de ellas ya parte del álbum de momentos inolvidables. Pero sobre todo, grandes anécdotas para contar y un lugar para recomendar y volver a visitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario