La judería de Córdoba, Andalucía
La judería de Córdoba es uno de los tatuajes mejor conservados de la época de oro de esta importante ciudad andaluza, esa en la que la cultura campaba cual Pedro por su casa, la misma en la que moros, cristianos y judíos convivían en paz y armonía. Hoy declarado Patrimonio de la Humanidad, la Judería de Córdoba es uno de sus barrios más visitados. La blancura de sus estrechas calles y las sombras que regalan, hacen que sea una delicia pasearla tanto en invierno como en verano. Seguro que Alfonso X El Sabio estaría orgulloso de que haya sido escogida uno de los mejores rincones secretos de España.
La Alberca, Salamanca, Castilla y León
Monumento histórico-artístico desde 1940, esa es la carta de presentación de la más famosa de las albercas salmantinas. Un pueblo que rezuma tradición castellana por los cuatro costados, de esos en los que la belleza reside en la naturalidad de un trazado en perfecta sintonía con un precioso entorno natural. Si además eres de buen comer, La Alberca es uno de esos lugares secretos que te gustará ver.
Peratallada, Girona, Cataluña
La Costa Brava es mucho más que sol y playa. También es piedra, piedra muy bien tallada, como ya se intuye al nombrar Peratallada. Este delicioso pueblecito es uno de los núcleos arquitectónicos medievales más importantes y mejores conservados de Cataluña. No hace falta que lo diga nadie, se ve a simple vista y, si no lo veis, os lo cuentan sin palabras sus inmaculadas piedras y las ordenadísimas plantas que las abrazan.
Pedraza, Segovia, Castilla y León
Que la única forma de entrar a esta pequeña localidad sea cruzar la puerta de su muralla es algo que ya de primeras promete. Cuanto menos, seguro que ha ayudado a Pedraza a conservar su sabor medieval, ese que durante muchos siglos hizo las delicias de artistas, nobles y monarcas. En otros tiempos, este enclave segoviano se hizo rico y famoso por la gran calidad de sus lanas y tejidos. Las casas y palacetes de los siglos XVI y XVII que en ella aún se tienen en pie dejan buena constancia de aquellos días de gloria que han quedado atrás.
Placita de Santa Marta, Barrio de la Santa Cruz, Sevilla, Andalucía
La Placita de Santa Marta es un coqueto ágora ajardinada que late al pulso del tablao flamenco que se ubica en su interior. Lo encontrarás si lo buscas, y si no seguramente por casualidad, al recorrer el Barrio de la Santa Cruz, uno de los más emblemáticos de la ciudad de Sevilla que desborda como pocas belleza y maravillas. Es una de vuestras favoritas ahora y lo ha sido siempre de los enamorados.
Vejer de la Frontera, Cádiz, Andalucía
Como una perla al sol en lo alto de una montaña reluce Vejer de la Frontera. Coqueta localidad esta que bañan las aguas del río Barbate, y que se encuentra a tan solo ocho kilómetros del mismísimo océano Atlántico. Y es que no todo va a ser kitesurf y playa en Cádiz. Como esta localidad deja bien claro los cascos antiguos de bandera con sus murallas, sus castillos y sus iglesias también allí tienen lugar.
Albarracín, Teruel, Aragón
El pueblín de Albarracín es un monumento en sí mismo, literalmente. Fue declarado Monumento Nacional a principios de los años sesenta, título al que después sumaría la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes y, quizá pronto, sume el de Patrimonio de la Humanidad. En la lista de propuestas de la UNESCO está. Con semejante currículo, sus mil habitantes pueden estar más que orgullosos de despertarse en ella cada día. Tranquilidad, belleza y el aroma de la rica cocina de la tierra es lo que vas a respirar si te aventuras a pasear por las calles de este lugar.
Elba, Italia
Esta isla montañosa del archipiélago de la Toscana puede presumir de exresidente famoso: Napoleón estuvo exiliado aquí durante 300 días en 1814-15. Después de ser derrotado en Waterloo volvieron a exiliarlo, esta vez a un sitio un poco más lejano: Saint Helena, en el sur del Atlántico.
San Miguel, Portugal
Las Azores, puntos en medio del océano a medio camino de América, son el puesto fronterizo más alejado de Europa. Allí retozan las ballenas sementales y el paisaje parece sacado de un decorado de Jurassic Park, como, por ejemplo, el cráter volcánico del lago Lagoa do Fogo, en la isla de San Miguel.
Texel, Holanda
El Mar del Norte de Holanda no es exactamente el sitio más glamuroso para irse de retiro a una isla, pero ¿quién necesita las Maldivas cuando hay playas de arena blanca, molinos de viento y muchas ovejas en la misma latitud, en Stoke-on-Trent?
Mykines, Islas Feroe
Las Islas Feroe parece que existan solamente para avergonzar a equipos nacionales de fútbol que deberían ser capaces de ganar a un grupo variopinto de pescadores y guardianes de faros, pero son espectaculares. La llegada al aeropuerto de la isla, sobre acantilados que parecen apilados, figura entre una de las más estresantes del mundo.
Île Lavezzi, Francia
Lavezzi es una isla más del puñado de islas del Mediterráneo que hay entre Córcega y Cerdeña. Es el tipo de sitio donde echarías el ancla entre aguas turquesas y arrecifes de coral, descorcharías una botella de Dom Perignon y te zamparías una langosta acabada de pescar... si fueras rico y tuvieras un yate.
Isla de Tabarca, Alicante, Comunidad Valenciana
La isla más grande y la única habitada de la Comunidad Valenciana es según vosotros también la más secreta. Enclavada una reserva marina de riqueza incalculable que lleva su mismo nombre, Tabarca conserva un gran patrimonio cultural. De él destaca quizá su muralla que aún conserva tres puertas de acceso, todas ellas muy barrocas. Atrévete a cruzarlas y a descubrir lo que este mítico enclave mediterráneo tiene para ti.
Monasterio de Piedra, Zaragoza, Aragón
Fundado por monjes cistercienses venidos de Poblet en el 1194, el Monasterio de Piedra va camino de convertirse en un lugar milenario. Pero más allá de fechas y de estilos románicos más tempranos o tardíos, lo que de verdad resulta mágico en este rincón secreto es el paseo entre sus muros destechados. Le conceden un misticismo extra a un edificio religioso cuyas ruinas majestuosas conservan con discreción y elegancia el peso de casi 10 siglos de historia. Y mejor no hablamos del increíble entorno natural que lo rodea en el que abundan las cascadas, los lagos y espacios de lo más mágico.
Caminito del Rey, Málaga, Andalucía
Hace un puñado de años el Caminito del Rey era una peligrosa senda no demasiado popular más allá de las fronteras andaluzas, pero su reciente restauración y reapertura lo han convertido con toda seguridad en el rincón secreto menos secreto de todos que protagonizan este artículo. Es tanta la expectación que ha generado esta ruta de vértigo que hay lista de espera para realizarlo, y no es corta precisamente. ¿Merece la pena? Quienes ya lo han recorrido dicen que sí, que la bonita vista de la Presa de Guadalhorce y su puente colgante de más de 100 metros la merecen. A juzgar por el entusiasmo general, deben tener razón.
Parador de #Granada historia y estilo en la #Alhambra
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