KOPRIVSHTITSA. Llegar a Koprivshtitsa, además de suponer un desafío deletreador, es entregarse a los brazos del folclore búlgaro puro y duro. En sus calles se gestó la insurrección que, en 1876, desembocaría en la independencia del país O sea, que es el orgullo de toda una nación que, desde entonces, se ha preocupado en restaurar y cuidar sus más de 380 edificios protegidos con el fin de inmortalizar el estilo del renacimiento novecentista de Bulgaria. La conclusión es un lugar anclado en el tiempo, pero para bien, con unas montañas donde se acuna y deja pasar los años mientras que sus calles son un alarde de patriotismo y cultura local.
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