En otoño, una de las escapadas más bonitas en contacto con la naturaleza es disfrutar de la paleta de tonos en la que se convierten los bosques. Diseñados por hayedos, musgo o ríos, proponemos algunos de ellos para vivir una experiencia entre un manto de colores y leyendas vivas que evocan un cuento de hadas.
Magia, eso es lo primero que nos viene a la cabeza cuando nos adentramos en la bruma de estos bosques, que bien podrían convertirse en escenario de película o inspirar a más de un literato. Destinos como Navarra o La Gomera presumen de contar con enclaves naturales en los que los colores y la paz se respiran a cada paso.
Selva de Irati -Navarra-
Nuestro mágico viaje comienza en el norte, en el Pirineo oriental navarro, en la cabecera de los valles de Aezkoa y Salazar. Allí nos espera la Selva de Irati, “el segundohayedo-abetal más extenso y mejor conservado de Europa, después de la Selva Negra de Alemania”, según recoge Turismo de Navarra.
Este escenario cromático se distribuye a lo largo de 17.000 hectáreas salpicadas por hayedos, abetos, tilos, avellanos, olmos, sauces, helechos, musgos o robles que dejan una estampa pintada a base de marrones cálidos, amarillos intensos o rojos.
También aquí se dan cita numerosas especies de aves, con amplia presencia de reyezuelos, pinzones, petirrojos, pito negros o dorsiblancos; especies acuáticas como las truchas; y mamíferos como zorros o jabalís. Destacan también los corzos que, en otoño, protagonizan la berrea invadiendo el bosque con sus sonidos de conquista.
Agrupa numerosas atracciones turísticas al amparo de la naturaleza como senderos balizados, el embalse de Irabia, la ermita de la Virgen de las Nieves, caminos BBT y otras propuestas que seducen con un paisaje de ensueño y regala a los amantes de la fotografía espectaculares instantáneas.
Y atentos durante la visita porque, como todo buen bosque que se precie, acoge entre sus montes a personajes de leyenda como las brujas y lamias -criaturas de la mitología griega- que aprovechan la bruma para salir a pasear; o Basajaun, “el señor del bosque, de alta estatura, larga cabellera y fuerza prodigiosa”.
Parque Nacional de Garajonay -La Gomera-
La Gomera alberga otro de los grandes exponentes naturales de nuestro país: elParque Nacional de Garajonay. Este bosque de laurisilva canaria, de aspecto frondoso e intenso color verde, cuenta con una extensión de casi 4.000 hectáreasdonde la naturaleza se manifiesta a través de barrancos, arroyos y una amplia variedad de flora.
El enclave, tapizado por musgos, helechos y plantas trepadoras, ofrece la sensación de estar en el interior de una selva tropical y representa “un ecosistema único en el mundo”, según recoge Turismo de Canarias, porque su elemento central, la laurisilva, es una masa de vegetación prehistórica que cubría los trópicos hace millones de años y que se ha conservado en este destino gracias al clima templado.
Acoge en su interior cerca de 1.000 especies de animales -en su gran mayoría invertebrados- y propone a los amantes de la naturaleza disfrutar de una jornada de caminatas al aire libre, observación de un cielo con escasa contaminación lumínica, y fantasmagóricos momentos cuando la bruma cubre los bosques de Garajonay. La niebla, que surge por la condensación en nubes de los vientos alisios provenientes del noreste cuando chocan con las cumbres de la isla, es, de hecho, una de las grandes particularidades de Garajonay.
Y una curiosidad: El parque debe su nombre a la leyenda de los amantes Gara -princesa gomera- y Jonay de Tenerife quienes, ante la desaprobación de sus familiares, decidieron clavarse una lanza de madera y tirarse desde el pico más alto de la isla.
Parque Natural Fragas do Eume -A Coruña-
Fragas do Eume, que alcanza los municipios gallegos de As Pontes, Pontedeume y Monfero, es “uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa” -así lo define Turismo de Galicia-, y la tercera de nuestras propuestas para visitar el próximo otoño.
De estado casi virgen, sus 9.000 hectáreas esconden numerosos ejemplares de robles, chopos, fresnos, alisos, más de 20 especies de helechos y 200 de líquenes, fauna salvaje, así como fuentes y cascadas que se distribuyen por todo el territorio. Además, es el hábitat de 103 especies de aves, 41 de mamíferos y 8 de peces, entre otras.
Este escenario cromático, situado en tierra de leyendas, propone distintos planes turísticos como, por ejemplo, descubrir el antiguo monasterio de Caaveiro, un espacio de más de 10 siglos de historia que fue refugio de los monjes. También se ofrece unared de senderos que invita a adentrarse en el corazón del bosque y a sumergirse en una atractivo paseo por los espacios más recónditos de este lugar.
Montejo de la Sierra -Madrid-
En la Sierra Norte de Madrid se encuentra el Hayedo de Montejo, un área de 250 hectáreas declarada Reserva de la Biosfera. Perteneciente al municipio de Montejo de la Sierra, este bosque de hayas dibuja una imagen de colores verdes, rojizos y anaranjados que bailan con el cambio de estación haciendo que sea idóneo para visitar durante todo el año. También se extienden por su superficie numerosos robles centenarios y pinares de pino silvestre.
En lo relativo a la fauna, cabe destacar la abundante presencia de corzos y jabalíes, así como numerosos anfibios y reptiles que proliferan por la humedad del ambiente.
Es importante tener en cuenta que, desde junio de 1989, las visitas son guiadas y reguladas, por lo que el turista necesita de una acreditación para poder disfrutar de alguno de los tres itinerarios que se han habilitado para descubrir este paraje .
Y, también aquí, es protagonista la magia. Según cuenta la leyenda, algunos leñadores de Montejo afirman que el bosque está habitado por duendes y hadas que engatusan a los visitantes con caricias y dulces cánticos.
Bosque de Oma -Vizcaya-
Ponemos fin a nuestro viaje con la que es una de las alternativas más originales de nuestra geografía: el Bosque de Oma, también conocido como Bosque Animado. Ubicado en el municipio de Cortézubi -Vizcaya- este paraje fue diseñado en 1984 por el escultor y pintor bilbaíno Agustín Ibarrola que impulsó un lugar mágico en el que el arte toma forma a través de la naturaleza. El resultado, un paisaje de pinos en cuya superficie se dibujan un total de 47 obras con siluetas humanas, animales y figuras geométricas de distintos colores.
El bosque no sólo nos traslada a un espacio natural de paz e intimidad sino que además propone un divertido juego de interacción: en ocasiones es necesario observar un conjunto de varios árboles para ver la totalidad del trabajo y, en otras, el dibujo se contiene en un sólo ejemplar.
Además, la percepción de las figuras varía en función de la perspectiva por lo que el visitante es el protagonista, al interpretar la obra del autor en función de “como se mire” la misma. Un lugar ideal para visitar en familia, con excursiones al aire libre y un entorno perfecto para los amantes de la fotografía.
BEATRIZ MAPELLI / EFETUR
No hay comentarios:
Publicar un comentario